jueves, 25 de enero de 2018

Cuaderno de Bitácora. Fecha estelar 33041.24

Han pasado cuatro días desde que llegué a la cuna de la especie humana: Sol y su joya azul: La Tierra. Fue emocionante ver con mis propios ojos lo que mis padres me hablaban sobre el planeta azul. No nací en la Tierra, sino en una nave que zarpó hace mas de trescientos años en un rumbo en que solo las computadoras de navegación de la nave saben donde acabará. Mi destino habría sido vivir, engendrar y morir en ella o con suerte, haber llegado a nuestro destino. Sin embargo mi vida me deparaba algo más profundo. Y vaya si lo fue.

Aún recuerdo de como mi mentor y maestro, Hermann Postner descubrió en un vuelo de reconocimiento nuestra nave y puso al corriente al mando de la Virgilio sobre cómo la humanidad había crecido en la galaxia mientras nosotros aún flotabamos en una ruta peregrina hacia algún lugar dejado de la mano del Cosmos. Por aquel entonces yo no era más que un joven ratero que robaba componentes inservibles para sacarme el pan diario. No era vida, así que mientras el viajero de extrañas ropas y aún más extraña nave hablaba con el Consejo, me colé en uno de los contenedores de su  nave y me escondí. No pasó mucho hasta que Postner se percató de mi presencia. Las naves de esta era tiene sensores para detectar presencias en las mismas. Sin embargo, convencí al explorador para que no me devolviese a la Virgilio. Postner accedió y trabajé para él y aprendí a pilotar, reparar y muchas más cosas de este nuevo "futuro".

Y ahora veinte años después, gracias a méritos para la Federación, conseguí visitar el planeta de origen de nuestra especie. Comercié y ayudé a gente de esa zona, hasta que una mujer, Elvira Martuk, se puso en contacto conmigo. Parece ser que tenía para mi una triste noticia. Mi buen amigo Hermann Postner había desaparecido. Me facilitó una ruta a su planeta para ponerme en conocimiento de los detalles. Una vez allí, en el planeta Khun 5 en el sistema Khun, pude ver más adelantos de los que desearía. Elvira no era solo una simple empresaria que le gustaban las reliquías extrañas, sino que sabía mucho más sobre motores de distorsión que cualquiera en esa parte de la Burbuja.

Elvira se prestó a ayudarme, pero me dijo que el viaje a emprender para investigar sobre mi amigo requeriría que mi nave mejorara y también capital para poder aprovisionarme adecuadamente. Durante estos días he estado recopilando materiales para Elvira.

Fue en el sistema Jetes, mientras comprobaba los restos de una nave destruida en busca de alguna cápsula con supervivientes donde me asaltaron. Eran dos naves, de un tamaño  menor que la mía. Los favores y trabajos a lo largo de los años me permitieron comprarme y posteriormente adecuar un modelo Python que creo que me estafaron por el estado en el que se encontraba. Dos cazas Vulture se posicionaron sobre mi y apuntando a mis  motores de distorsión una, mientras la otra podía ver sus cañones apuntando directamente a la cabina de mi nave. No era la primera vez que intentaban asaltarme, puesto que podía ceder a las exigencias de los piratas o si estaba en ventaja, disparar a su distribuidor de energía y salir corriendo a supercrucero, saltar dos sistemas, bajar a velocidad de maniobra y volver a saltar a otro sistema para perder al pardillo que quisiera seguirme. Sin embargo, esta vez fue distinto. No hubo amenazas, ni exigencias, solo disparos de energía que rebotaban en mis escudos. Parecían resueltos a matarme y dispuesto estaba a poner curso al primer sistema que apareciera en mi atlas holográfico y salir a escape. Sin embargo, la pantalla protectora de energía se agotó demasiado pronto y uno de mis motores de distorsión en plena carga fue alcanzado y la temperatura del Halcon de Plata, mi nave, marcaba un 102 % de calor. Sabía que si continuaba con la secuencia de salto, la nave se iría a pique.

Maldiciendo mi suerte, corté el impulso de distorsión y active los motores auxiliares para apartarme de la trayectoria de tiro mientras expulsaba un eyector de calor y desplegaba mis armas. Hasta ahora solo había desplegado mi arsenal para dos cosas: intimidar gente con demasiada codicia o incapacitar gente que me quería hacer daño. Sin embargo, la cosa fue más allá esta vez. Algo se apoderó de mi. Podría ser el miedo a ser vaporizado mezclado con la adrenalina lo que hizo que me propasara cuando en los indicadores de escaner marcaron que una de las naves enemigas estaba sin energía cuando descargué un cargador entero de mis multicañones, agujereándola de proa a popa y como resultado una explosión que en menos de un segundo fue absorbida por el vacío espacial. La otra nave, dispuso sus motores de distorsión, dispuesta a huir. Conseguí alcanzarla y sufrió el mismo destino que su compañero. ¿En qué me he convertido? ¿Con qué ojos me miraría Postner? Siempre me ha inculcado que hablar es la mejor solución y que si te tienes que defender hazlo solo con la intención de reducir el problema, no mancharte las manos.

Ahora estoy en una base de Jetes, donde el personal me repara los daños de la batalla. Creo que emprenderé el regreso a Khun, donde le daré las piezas a Elvira y proseguir hacia donde fue Postner para ir en su busca.

Cuaderno de Bitácora. Fecha estelar 33041.24

Han pasado cuatro días desde que llegué a la cuna de la especie humana: Sol y su joya azul: La Tierra. Fue emocionante ver con mis propios o...